Jornadas de Transición: CONCLUSIONES DEL PRIMER ENCUENTRO VECINAL SOBRE TRANSICIONES

Durante siete horas, un amplio grupo de personas de Leganés y otros lugares nos hemos reunido en el local de la Asociación Vecinal de Zarzaquemada para saber a qué nos enfrentamos realmente en el tiempo que Jorge Riechmann llama “el siglo de la Gran Prueba”: el tiempo del ecocidio. Lo hemos intentado comprender científicamente a través de los experimentos didácticos que ha realizado Inma Álvarez sobre el efecto invernadero, la inversión térmica y la lluvia ácida. Hemos entendido la complejidad y los desastrosos resultados que para la humanidad tiene los procesos de extracción, producción, consumo y residuo en el capitalismo, con el pequeño documental de Annie Leonard La historia de las cosas. Hemos pensado acerca de los límites que tienen los sistemas educativos y sus programaciones a la hora de abordar estos asuntos cruciales para la vida en la tierra y para el desarrollo social de los seres humanos a partir de los planteamientos críticos sobre la escuela que Illich hizo en los setenta y que Ricardo García Pérez nos ha traído. Hemos aprendido, con José Bellver, la consistencia y utilidad de una herramienta como la huella ecológica como modo de investigar el espacio biológicamente productivo que necesita una comunidad para sostener un tipo de vida. Nos hemos acercado, utilizando documentales y reportajes videográficos, a proyectos de otras ciudades y pueblos en transición como Móstoles, Zarzalejo, Detroit o Ungersheim. Y hemos tomado nota de las explicaciones de Pilar Galindo sobre la alimentación ecológica, la amenaza para la salud de las políticas capitalistas y las posibilidades de las cooperativas de consumo responsable.


Pero nuestra reunión ha tenido otra finalidad: hartos de repetir en todos los actos políticos y culturales lo mal que están las cosas, lo difícil que es transformarlas, hemos querido que este primer encuentro vecinal sobre transiciones respondiera a la pregunta qué hacer. Transición significa cambiar, abandonar la forma social anterior y construir otra forma social futura. Pero uno no hace la transición solo. No hay acción política más determinante y radical que un proceso constituyente. Sobre ello, de alguna manera, nos ha hablado Miguel Rodríguez, relatando la historia de uno de los últimos movimientos de contestación frente el ecocidio, ayudándonos a ver en la organización y en la concreción firme de los planteamientos las maneras en que podría frenarse el colapso. Para definir cómo actuar, buscando estar a la altura del horizonte de posibilidades, se necesita mucho más que gestos. Se necesita intervenir la llamada economía de libre mercado. Ese desfase entre lo que tendría que ser y lo que se puede hacer también fue materia de discusión: se ha hablado del lento cambio de conciencia, de hábitos, de costumbres, del tipo de acciones pacíficas a realizar, de la operatividad o no de los actos violentos. Lo cierto es que nadie permitiría que sus hijos fueran públicamente envenenados, que sus padres fueran públicamente eliminados. Si esto no sucede con el ecocidio es porque aún no hemos conseguido ser conscientes de lo que viene.

Primer encuentro. Siete horas ininterrumpidas donde hemos visto, escuchado, hablado y comido juntos. Y, sobre todo, hemos tirado de los frenos de emergencia del tren de la historia que está sin control[1].

[1] Existe desde hace algún tiempo una plataforma ciudadana denominada “Leganés en transición”: https://www.facebook.com/Legan%C3%A9s-en-Transici%C3%B3n-Plataforma-Ciudadana-Activa-988560031200848/


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